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miércoles, 13 de octubre de 2021

RADIO EN CENTURIA

 































































El mercado  y  el interés conductual se han convertido en elementos obscenos como reguladores del contenido radiofónico, cuyas culpas son achacadas al radioescucha, bajo la primicia de que puede elegir libremente  sus contenidos en el cuadrante  al igual que el televidente, cuando la oferta de estaciones puede ser mayor que en la televisión pero el lineamiento de opinión y de contenidos es groseramente homogéneo. El papel del Estado es de complicidad al no exigir al concesionario el cumplimiento cabal de la ley y el principio cultural para la utilización  de los medios de comunicación, ante la presión económica adueñada de la situación política.  La radio a diferencia de la prensa escrita, no ha sufrido de tensiones derivadas de la relación entre los periodistas y  formas de gobernar, debido a la sumisión casi total de los locutores y comunicadores, que se han convertido en voceros empresariales con opiniones uniformes  en busca de un sometimiento  de opinión  colectiva. La industria de la radio se traduce en la fuente de empleos para aquel comunicador sin libre arbitrio y domado para  que su objetivo principal sea la fama y el dinero, la exposición en el micrófono del  tema frívola y una  preparación escasa, que  se puede sustituir con un premio o un certificado de dudosa procedencia que pueda ser presumido en vez de un título profesional. A cien años de la radio en México, resulta increíble que el periodismo de entretenimiento social, resulte un término innovador, ante el secuestro de los medios de comunicación, convertidos en medios de condicionamiento. Más en www.somoselespectador.blogspot.com

Por José Angel Martínez Jiménez