De niño me impresionaban las noticias que se daban sobre los terremotos ocurridos en centroamérica, en México solamente se recordaba aquel sismo que derrumbó al Angel de la Independencia y el que dañó a la Universidad Iberoamericana. Fue hasta en 1985 que supimos en la Ciudad de México que era un verdadero terremoto que dejó al país sin transmisión de televisión al caerse la antena de la estación más importante del país,por lo que el pueblo entero se conmovía con la narración de lo ocurrido, por medio de la radio en la voz de Jacobovsky en aquel fatal 19 de septiembre de 1985. Nunca me imaginé que en el mismo día y en el mismo mes de septiembre pero del 2017, podría cubrir un terremoto en mi país, al volverse a presentar en México otro terremoto. Ese día me encontraba en la redacción de las columnas y notas para los espacios de somoselespectador, de pronto perdí mi atención en el monitor de la computadora para escuchar los gritos que advertían estaba temblando, mismos que llegaron junto a que sentí un jalón de mi silla. Salimos a la calle, muchos estabamos escribiendo sobre el recuerdo al sismo del 85 y ya se había producido un simulacro unos minutos antes, de como se debe actuar en un sismo, tal y como se acostumbra cada 19 de septiembre desde aquel 85. Una vez en la calle veíamos como los autómoviles que estaban estacionados podían mecerse sin estar puestos en marcha y nos costaba trabajo mantenernos en pie. Las nuevas generaciones que siempre nos preguntaban a los que vivimos el sismo del 85 de cómo se había sentido y el porqué de tanto pánico colectivo, ahora lo podían vivir en carne propia. Una vez terminado el sismo,volvía a la computadora y ya se presentaban imágenes de edificios que parecían estar en el colapso de un incendio, y de ahí a reportear todo a instantes de lo ocurrido, y un par de días más, para aclarar rumores. El sismo del 2017 fue de mayor fuerza que aquel de 1985, aunque de menores daños y pérdidas humanas, pero sin duda se colocó como la segunda tragedia más grande para la CDMX y para el país, después de aquel terremoto primerizo del 85. Ahora vivimos la pandemia del coronavirus que cada día impone récord de fallecidos en México y el mundo, por lo que se enfrenta una segunda guerra virulenta de mayor fuerza a la del SIDA, que ha roto todos los esquemas posibles y que en lo único que se parece a aquellos terremotos, es porque exhiben el comportamiento humano ante una situación atípica y anormal, y en donde aflora lo mejor o lo peor de cada persona.Más en www.somoselespectador.blogspot.com