Hoy vivimos en una cultura eminentemente visual, ya que somos impactados de forma permanente por miles de
estímulos visuales a través de la televisión, el cine, los anuncios espectaculares, los carteles impresos, los
mensajes en internet, y muchos otros dirigidos a nuestros ojos, que luchan por captar la atención de nuestra
conciencia para hacernos llegar alguna información; pero hay un medio de comunicación que quizá no es tan
espectacular como el cine, tan moderno como la internet o tan llamativo como la televisión, pero que tiene un
enorme poder de penetración en las personas de todos los niveles sociales y demográficos: la radio. Como otras tecnologías que surgieron en el siglo XX, la radio tuvo un desarrollo vertiginoso. En solamente unas
décadas ésta se convirtió en un valioso medio para la transmisión de toda clase de mensajes y una compañía
permanente para varias generaciones que crecimos escuchando la música, comentarios y anuncios radiofónicos a
lo largo de nuestra vida.
Todo comenzó en diciembre de 1901 con Guillermo Marconi, quien, buscando desarrollar un sistema para
transmitir la señal del telégrafo sin el uso de cables, culminó sus experimentos para lograr transmisiones
electromagnéticas a larga distancia. Durante las dos primeras décadas del siglo XX se realizaron los avances
tecnológicos que permitieron que la radio se convirtiera en un medio eficiente de comunicación masiva, y que
surgieran las primeras estaciones radiodifusoras experimentales. De esta manera la situación era propicia para el
establecimiento de la radiodifusión tal como la conocemos actualmente.
El 28 de agosto de 1922, la compañía americana Telegraph and Telephone inauguró en su estación WEAF un
servicio que tendría repercusiones insospechadas. Ese día comenzó a anunciar la venta de unos departamentos
propiedad de la Queensboro Corporation. Por este servicio la empresa pagó 50 dólares por diez minutos de
“publicidad”. Un mes después, otras dos empresas –Tidewater Company y American Express– anunciaron a la
comunidad industrial que sus ventas habían aumentado sustancialmente, debido a que habían utilizado la nueva
“publicidad radial”. En octubre de ese mismo año la WEAF se anotó un nuevo éxito radial transmitiendo dos
partidos de fútbol desde Chicago, vía telefónica de larga distancia.
De esta manera se abrió el camino para la transmisión de los grandes espectáculos de interés masivo como parte
integral de la programación radiofónica, y la publicidad comercial como medio de sostenimiento y desarrollo de
las estaciones radiodifusoras.
En 1923, el gobierno de México autorizó la operación de las primeras radiodifusoras en nuestro país. Desde
entonces la radio se ha desarrollado en todos los ámbitos de la República Mexicana, llegando lo mismo a una gran penetración ya sea en AM, FM o INTERNET como es el caso de radio comeroise. mÁS EN www.somoselespectador.blogspot.com